Astorga: cruce de caminos y sede del Concurso Nacional de Torrijas

Desde el chocolate a las torrijas pasando por las mantecadas

El día 25 de marzo se celebra en esta histórica ciudad, el Concurso Nacional de Torrijas en cuatro categorías: torrija tradicional, torrija innovadora, torrija salada y torrija elaborada con Stevia. Habrá un jurado diferente para cada categoría y se podrán presentar hasta 50 concursantes.

Torrija al ron con fresas sobre crema de yogur

Los días 23 y 24 de marzo se celebrarán toda una serie de actividades relacionadas con la elaboración de torrijas en directo así como toda una muestra de productos gastronómicos de la zona.

La Academia Leonesa de Gastronomía promotora de este concurso, ha trasladado el escenario de este concurso, que se celebra desde hace siete años, desde la capital leonesa a la ciudad de Astorga. un lugar emblemático al ser cruce de caminos; la Ruta de la Plata y el Camino de Santiago, siendo además capital de la Maragatería.

Y ya que estamos en Astorga os damos un menú cultural y gastronómico que os puede ayudar a conocer esta emblemática ciudad leonesa. Al llegar a Astorga (Asturica Astorga) el viajero se encuentra en un punto muy especial, porque aquí confluyen la Vía de la Plata y el Camino de Santiago, en el itinerario francés. Además, Astorga es la capital de la Maragatería.

Al sur de Astorga se extiende la Maragatería, zona muy peculiar y rodeada desde siempre por un halo de misterio que la hace más atractiva, debido a sus costumbres y sus gentes que aún prevalecen hoy. Los maragatos están representados en el Ayuntamiento en forma de dos figuras engalanadas con los trajes típicos y sus mazas de hierro. El edificio es del siglo XVII.

La riqueza aurífera se materializa con la Ruta del Oro, que se realiza por diversos lugares de la comarca de la Maragatería.

La presencia romana se puede constatar visitando el Museo Romano, donde se encuentra la ergástula; desde aquí se puede hacer la ruta romana que organiza la Oficina de Turismo. Otras visitas imprescindibles son la Catedral  de Santa María, iniciada en el siglo XV y terminada en el siglo XVIII; es impresionante el retablo mayor, de Gaspar Becerra, la Virgen de la Majestad, románica del siglo XI, y La Inmaculada, de Gregorio Fernández. La iglesia de San Bartolomé es una revolución de estilos, desde el gótico de la portada hasta el románico de una de sus torres, así como restos mozárabes y barrocos. El santuario de Fátima, antigua iglesia de San Julián, tiene unos bonitos capiteles románicos en su portada y en su interior yeserías de la Escuela astorgana. En el interior del Seminario Diocesano llama la atención las pinturas de los evangelistas en el techo de la cúpula de la extensa capilla. En una capilla anexa a la iglesia de San Francisco hay una exposición de imaginería religiosa.

No es un edificio, pero las murallas en su día fueron espectaculares; ahora sólo queda la mitad. Fueron restauradas en el siglo XIII y se supone que se levantaron por primera vez en época romana.

Llamativo es el Palacio Episcopal con diseño de Gaudí; se empezó a construir en 1899 y lo terminó en 1913 Ricardo Guereta. Alberga una exposición de pintores leoneses  y un bonito Museo de los Caminos. Con la misma entrada por la que se accede al Palacio Episcopal se puede ver el Museo Catedralicio.

Parada obligatoria es el Museo del Chocolate, cuyo artífice es José Luis López, que lleva años reuniendo todo tipo de utensilios, maquinaria, carteles y demás curiosidades dedicados al chocolate. A través de su museo se puede hacer un recorrido en el que todo huele y sabe a chocolate. En los años cincuenta había registrados treinta y nueve fabricantes de chocolate y otros cuatro más en San Justo de la Vega. Mucho se ha escrito sobre el olor a chocolate, y también de churros, que invadía calles y plazas de Astorga. A finales del siglo XVII acudían a la ciudad gentes de todos los rincones de España para aprender el oficio de chocolateros; volvían a sus lugares de origen con el oficio tan bien aprendido que montaron sus propios negocios con gran éxito. A pesar del paso del tiempo y de que ya son muchas menos las fábricas  astorganas de chocolate, lo cierto es que se siguen elaborando no sólo en fábricas, sino en confiterías de toda la vida, bombones, tabletas, algunas del tamaño de las famosas libras. Para no caer en la melancolía y añoranza, en marzo de 2007 se celebró en Astorga el I Salón Internacional del Chocolate.

Curiosamente, el chocolate trajo de cabeza a las máximas autoridades eclesiásticas. Dio lugar a discusiones sobre si el chocolate rompía el ayuno de la Iglesia en los días del año en que había que realizarlo. Llegaron a la conclusión de que no, pero siempre y cuando no se hiciera espeso ni se preparara con leche y huevos; además, debía falsificarse, es decir, hacerlo con una mezcla de harina de habas, de garbanzos y otras sustancias. O sea, que el chocolate sí rompía el ayuno y había que hacer un no-chocolate durante los días de ayuno. Una vez introducido en España, procedente de México en los primeros años del siglo XVI, el chocolate espeso a la taza generó una serie de consecuencias a lo largo de los años: apertura de chocolaterías, meriendas en las casas con la invitación expresa de “tomar chocolate” que se acompañaba de bizcochos, churros; eso sí, no podía faltar un vaso de agua en el que se introducía, o no, un gran azucarillo para que se fuera disolviendo. El chocolate español a la taza siempre ha sido muy espeso –ya dice el refrán que “las cosas claras y el chocolate espeso”–, a diferencia del francés, que es mucho más líquido. Por desgracia, en el siglo XXI cada día es más difícil encontrar una chocolatería, donde el olor a tostado del chocolate, mezclado con el olor a churros, atraiga como un imán a todo aquel que pase por delante de su puerta.

En Astorga hay que hacer la ruta de las pastelerías. No aparece en ningún sitio, pero lo divertido es encontrarlas, comprar y, claro está, comer mantecadas de Astorga, hojaldres, chocolates, hojaldres maragatos, merles, tartas….

Las mantecadas de Astorga, que están amparadas y protegidas por la I.G.P. Mantecadas de Astorga, tienen más de dos siglos. Aparecen como dulce navideño en un documento del  Seminario Conciliar de Astorga del año 1805. Ya en el siglo XVIII hay constancia de que eran elaboradas  por dos maestros confiteros de la ciudad: Máximo Mateo y Francisco Calvo. En cualquier caso, todas las referencias posteriores estaban relacionadas con el entorno eclesiástico. El primer fabricante y distribuidor de estos dulces los llamó La Perla de Astorga. En el año 1876 don Baltasar Cortés y Morales, en su Diccionario Doméstico aporta una receta para hacer mantecadas de Astorga, diferenciándolas de otros dulces similares. Hay una teoría más transgresora que dice que una monja del convento Sancti Spiritus abandonó los hábitos, se casó y las popularizó junto con su marido.

En los primeros años del siglo XX en Astorga había varias fábricas dedicadas a la elaboración de mantecadas y de chocolate, como ya se ha visto. (Se dice que la cocina de Astorga es cocido maragato, congrio al ajoarriero, mantecadas y chocolate.) La masa se elabora con azúcar, huevos, harina y mantequilla de vaca y manteca de cerdo. Una vez realizada la mezcla, se vierte en cajillas de papel, que en su día se hacían y se siguen haciendo a mano por las mujeres cajilleras, con sus pliegues característicos. Se hornean unos minutos y ya están listas para degustar. Al estar muy llenas las cajetillas, suele salirse un poquito de masa; al dorarse en el horno se llama la “lágrima de la mantecada”. Su fama es nacional. La zona que ampara la IGP comprende, además de Astorga, los municipios de Brazuelo, San Justo de la Vega y Valderrey.

En la novela de Concha Espina La esfinge maragata, magnífica guía de la maragatería de comienzos del siglo XX, también aparecen como algo ya muy conocido y tradicional; se da a entender que se vendían en la estación de Astorga: “Entraron en la estación de Astorga; los pregoneros de las clásicas mantecadas, alguna muestra humilde del traje regional y algún indicio de tráfico mercantil, daban al andén un poco de carácter y de vida”.

Además de las mantecadas, hay otros dulces como los bollos de Canela o los hojaldres de Astorga. Los bollos de canela son pastas circulares elaboradas con harina, canela, azúcar, manteca de cerdo y vino blanco que se venden en cajas con la parte superior cubierta con papel transparente plastificado. Los hojaldres de Astorga, de forma rectangular con un agujero central, tienen la peculiaridad de que se recubren con un almíbar elaborado con azúcar, agua, gelatina de manzana y miel. Se venden en cajas de cartón de doce y veinticuatro unidades.

Al margen del cocido maragato y  del ajoarriero aplicado al bacalao, al congrio o a las verduras, y la sopa de ajo maragata –había costumbre de enjuagar la cazuela donde se habían hecho con vino blanco para apurar bien los restos–, en Astorga se puede degustar una estupenda chacinería y todo un repertorio de cocina leonesa.

A continuación os damos una receta de torrijas clásicas y la de las mantecadas de Astorga, por si os animáis a hacerlas.

Torrijas clásicas

Ingredientes:

Una barra de pan del día anterior (elige un pan que tenga miga compacta)

Un litro de leche entera

250 g. de azúcar

3-4 huevos

Un palito de canela

3 cucharadas de canela en polvo

Aceite de oliva para freír

Elaboración:

– Calienta la leche con el palito de canela y 150 g. de azúcar.

– Corta rebanadas de pan en diagonal y de un centímetro de grosor.

– Colócalas en una fuente amplia o en dos, para que queden sin montar unas encima de otras.

– Riega con la leche caliente comprobando que quedan bien cubiertas.

– Bate los huevos con unas varillas para que queden espumosos.

– Prepara en un cuenco una mezcla del resto de azúcar y de canela.

– Calienta, a fuego mediano, abundante aceite en una sartén amplia.

– En este tiempo las rebanadas de pan ya habrán absorbido la leche, así que coge de una en una las rebanadas de pan con ayuda de una espátula y báñalas  en huevo batido e inmediatamente sumérgelas en el aceite que estará caliente pero no humeante. No hay que poner más de tres rebanadas de pan a la vez. (Se irán bañando en el huevo batido a medida que se vayan a ir friendo.)

– Cuando se ve que han esponjado y que los bordes están ligeramente dorados  les da la vuelta y se mantienen dos minutos más.

– Sácalas con una espátula amplia y de rejilla, para que escurran unos segundos el aceite absorbido y las van colocando en una fuente en la que habrás puesto una capa de mezcla de azúcar y canela.

– Espolvorea la superficie de las torrijas con más azúcar y canela.

– Fríe el resto de las rebanadas de pan.Conviene que las pongas en dos fuentes para que no se monten unas encima de otras.

– Se sirven frías.

Mantecadas de Astorga

Ingredientes:

12 huevos

500 g. de azúcar

500 g. de harina de muy buena calidad

5 gr. de canela en polvo

500 g. de mantequilla

cápsulas de papel cuadradas

Elaboración:

-Se bate la mantequilla en un cuenco amplio hasta que quede cremosa.

-Se agrega el azúcar y se sigue batiendo hasta que se forme una mezcla cremosa y blanquecina.

-Se agregan los huevos enteros, de uno en uno, sin introducir el siguiente hasta que el anterior se haya absorbido.

-A continuación, añadir la harina, que previamente se habrá pasado por un cedazo. Al principio, se añade en forma de lluvia para mezclarla bien y sin que se formen grumos.

-Cuando se haya terminado de agregar la harina, se añade la canela en polvo.

-Se llenan las cápsulas de papel hasta la mitad para evitar que se salgan cuando se hagan.

-Se meten al horno, que se habrá calentado previamente a 175ºC durante quince minutos.

-Se hornean durante quince minutos aproximadamente. Deberán estar de un color dorado muy suave.